San Ignacio de Loyola nació en 1491. De joven fue soldado, fue herido al ser herido por una bala de cañón que rompió su pierna en una batalla en la defensa de Pamplona contra los franceses (1521). Mientras se recuperaba de sus heridas, tuvo mucho tiempo para leer y reflexionar sobre los textos religiosos. La lectura durante su convalecencia de libros religiosos lo llevaría a profundizar en la fe católica y a la imitación de los santos. Esta experiencia cambió su vida.
Ignacio fue impulsor de la Contra-reforma junto con Santa Teresa y fue el puente entre la Iglesia y la modernidad naciente. Estudió en Barcelona y se preparó para ayudar a las almas. Ahí elaboró su primera propuesta de ejercicios espirituales, un libro que ayuda a las personas a acercarse a Dios a través de la oración y la reflexión.. Después, se fue a Alcalá a estudiar filosofía y teología.
Cursó sus estudios de humanidades en París donde tuvo por compañeros a Pedro Fabro y Francisco Javier, entre otros. Ignacio y sus compañeros acabaron pronunciando un voto de pobreza y fundaron la Compañía de Jesús , una orden religiosa conocida por su labor misionera y su compromiso con la justicia social y cuyos estatutos aprobó el papa en 1540.
Ignacio fue elegido unánimemente por sus compañeros como primer General de la Compañía de Jesús aunque rechazó la designación y pidió que la votación se repitiese. Volvió a ser elegido en segunda votación y, tras reflexionar y confesar sus pecados, aceptó.
Estuvo quince años al frente de la Compañía de Jesús como General, permaneciendo en Roma. Murió el 31 de julio de 1556. El legado de San Ignacio de Loyola es de servicio a los demás y de un profundo amor a Dios. Tenemos la suerte de tenerlo como santo y seguimos inspirándonos en su ejemplo.
¿Qué son los ejercicios espirituales?
El libro de Ejercicios espirituales fue aprobado por el Papa Paulo III y publicado en el año 1548. Al principio no fueron escritos para su lectura, sino que el contenido del libro era el conjunto de anotaciones que realizaba el santo en sus ratos de oración.
Los ejercicios espirituales nacen de la experiencia personal de San Ignacio de Loyola, peregrino en búsqueda de la voluntad de Dios quien puso por escrito algunas de las cosas que le habían ayudado personalmente, para poder así ayudar a otros. Por eso los ejercicios son también un libro escrito en un estilo conciso, dirigido sobre todo a quien los da. Tienen mucho de método y de pedagogía.
Desde hace cinco siglos han sido un modo de ayudar al encuentro con Dios en la propia vida, en el camino único e irrepetible de cada persona.