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El rol de los hombres en el 8M

Se vino la marcha del 8 de Marzo y aún falta mucho por difundir en temas concernientes a la perspectiva de género y la aportación histórica de los movimientos feministas.

Ante un panorama de polarización y desinformación, luego de una pandemia avasalladora, nuestro contexto nacional y local dejó a la deriva este debate público, para suerte de varios actores por todas y todos conocidos para nuestro país y en nuestra entidad. No obstante, es responsabilidad de todas y todos insistir en la vindicación de derechos humanos fundamentales relacionados a la igualdad.

El 8M representa un hito en el marco del Día Internacional de las Mujeres, porque permite poner al centro del debate público los avances y retrocesos en materia de los derechos humanos de las mujeres, así como visibilizar la agenda de los movimientos tos feministas en torno a la igualdad de género, derechos sexuales y reproductivos como la interrupción legal del embarazo, la paridad laboral, violencia de género, el feminicidio, entre muchos otros temas más.

Los hombres al margen de ello, no pueden, ni deben ser feministas. Lo que sí pueden hacer es deconstruir masculinidades positivas, cuyo deber demanda, no por ser aliados de las causas feministas, sino porque la perspectiva de género, en esencia, promueve los derechos humanos, y porque es precisamente entre los hombres donde mayormente se cultivan y replican prácticas machistas.

Ahora bien, el feminismo no es equiparable al machismo (valga la diferencia entre el sexo hembra-macho y el género femenino-masculino); en cambio, el masculinismo defiende la causa igualitaria de la misma perspectiva de género. Siendo así, tampoco es que existan las feministas “radicales”, mucho menos ese concepto tan deleznable al llamarlas “feminazis” (quien así lo afirma, se le sugiere investigar quienes fueron los nazis), sino las posturas hembristas, tan dañinas como las machistas. Eso hay que decirlo, con el fin de no seguir replicando, en algunos círculos desinformados, afirmaciones cuyo propósito pretenden descalificar al 8M y los movimientos feministas. Los estudios de género y feministas son un baluarte hoy en día.

Ahora bien, sin ánimo de colocar el foco del 8M al enfoque masculinista, hay pocas fuentes sobre estos estudios en nuestra historia. Penosamente, hasta los grandes autores fueron misóginos. Dos de personajes masculinos que promovieron un mundo más igualitario fueron Poulain de la Barre y Jhon Stuart Mill (Historia y Feminismo, Universidad de Guanajuato, 2020), y que bien vale la pena revisar.

Poulain de la Barre, a inicios de siglo XV, en su texto De la igualdad de los sexos. Discurso físico y moral en el que se destaca la importancia de deshacerse de los prejuicios (1673), anotó que: “La aseveración sobre la inferioridad de las mujeres, fundada en un prejuicio y en una tradición popular, es falsa. Por otra parte, encontraremos que las mujeres son tan dignas, tan perfectas y tan capaces como los hombres” (Poulain de la Barre, 2007, p.13).

De la Barre es de las primeras fuentes masculinistas de la que se tenga registro, en un contexto donde el rol de los dos sexos estaba marcado por el oficialismo.

Cercana a esa época y desde una perspectiva jesuita, el propio Ignacio de Loyola ya en 1558 ha sido reivindicado por su influencia en esa épca, ante una ola de críticas sobre una aparente misoginia, basada en la inexistencia de la rama femenina de entre las grandes órdenes religiosas. Sin embargo, uno de los textos más valiosos en la revista Proyección, es el de Wenceslao Soto en Ignacio de Loyola y la Mujer, quien afirmó: “se produjo una vinculación personal de una de las mujeres más influyentes de la época, Juana de Austria, regente de España por cinco años, que fue la única jesuita de la historia, lo que constituye un precedente interesante” (1997, p. 318). Es de hecho, la filosofía ignaciana una de las más abiertas a los estudios feministas. Basta con verificar los programas de estudio que en posgrado tiene el Sistema Universitario Jesuita en México.

Por su parte, Jhon Stuart Mill, dentro de la época de lo que suele denominarse como la segunda ola de los movimientos feministas, en La Sujeción de la Mujer (1851), menciona: “Creo que las relaciones sociales entre ambos sexos -aquellas que hacen depender a un sexo del otro, en nombre de la ley-, son malas en sí mismas, y forman hoy uno de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad. (Jhon Stuart Mill, 2012, p. 27). Siendo así, Stuart Mill fue quien dentro del parlamento británico enfrentó prácticamente a sola la defensa por más espacios donde se reconociera el rol de las mujeres en momentos donde los órganos de gobierno solo eran ocupados por hombres. Su mayor influencia tal vez fue su esposa, quien es una referente también de la segunda ola, Harriet Taylor, filosofa y escritora cuyos aportes promovieron los derechos humanos de las mujeres.

Para el caso mexicano, Benito Juárez fue quien escribió en uno de sus Programas de Gobierno: “se atenderá también a la educación de las mujeres dándoles la importancia que merecen por la influencia que ejercen en la sociedad” (1861), por lo que es tal vez uno de los primeros precursores de la apertura hacia más derechos reconocidos para las mujeres en el temprano México del siglo XIX.

En Guanajuato se han realizado esfuerzos sobre estudios y líneas de investigación feministas y de género dentro de las instituciones de educación superior, pero como parte de la formación laboral de servidores públicos en materia de lenguaje incluyente y no sexista (2017), destacadamente se advierte a Romeo Vázquez Lozoya o al Instituto Municipal de Administración Pública de León, Guanajuato, A.C., entre muchos otros.

Vale la pena que tanto hombres como mujeres construyan una sociedad más igualitaria en derechos plenos, tanto en su reconocimiento como en su ejercicio. La perspectiva de género ha permitido visibilizar las posturas, los estudios y la agenda de los movimientos feministas, sin embargo, aún son pocos los estudios y los paradigmas en torno a los movimientos masculinistas, al punto que la agenda de género pareciera exclusiva de las mujeres o de los grupos feministas, y aunque es por ellas que surge, los hombres son corresponsables para lograr una sociedad cada vez más justa e igualitaria.

El género, como concepto analítico de la academia y como agenda pública de los movimientos sociales, no es ni debe ser de exclusiva a las mujeres. Como bien dice Jackson Kats: “Calificar a la violencia de género como un asunto de mujeres es parte del problema. Da a una buena cantidad de hombres la excusa perfecta para no prestar atención”. Aperturar el diálogo más allá, puede ir a la causa del problema público que está detrás y en eso el rol de los hombres es clave, máxime en un contexto donde los movimientos feministas con toda su agenda, no han sido apoyados por ninguna fuerza política en México.

El rol de los hombres ante el 8M debe ser el de atestiguar, porque es a ellas a quienes les toca estar al frente, como en tantas esferas que afortunadamente también ya lo están, pero vale la pena reflexionar el rol que tienen, los hombres respecto a la igualdad de género, porque para igualar habrá que deconstruirnos y reconocernos en una sociedad cada vez más abierta e igualitaria.

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Emmanuel Alejandro Sandoval Pérez Exalumno Ibero León
Lic en Psicología por la Ibero León, maestro en Psicología clínica y educación, doctor y postdoctor en Pedagogía. Especialidad Psicoanálisis Lacaniano.

Maestro en Política y Gestión Pública por la Universidad Iberoamericana León y asociado de Alumni León, A.C.

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